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Thursday, December 1, 2011

"El origen del árbol de Navidad", por Ramón Talavera Franco

¿Cuál es el origen del árbol de Navidad?

Por: Ramón Talavera Franco

LA LEYENDA

El primer árbol de Navidad fue decorado con sangre. O al menos esa es una de las leyendas que se tejen en torno a este árbol que todas las Navidades es colocado en la mayoría de los hogares de América y Europa. Esta leyenda menciona que en la Alemania precristiana se realizaban dos ritos: el primero al Dios Odín y el segundo al Dios Thor. El rito del Dios Odín ( “padre de todos” según la mitología escandinava) consistía en que un grupo de guerreros se reunía en torno al roble sagrado de Odín y a manera de tributo, ofrendaban las vidas de los prisioneros de guerra.

El segundo rito estaba dedicado al Dios Thor, (hijo de Odín. Considerado como el más fuerte de todos los Dioses nórdicos). En su nombre realizaban una ceremonia con pencas de palma de doce hojas, cada una de las cuales representaba un mes del año. Al finalizar la ceremonia, encendían la punta de cada hoja y apilaban las palmas en forma de pirámide formando una hoguera en su honor.

Pero estos ritos sufrieron un cambio importante a partir del siglo VII, con la llegada a Alemania de un monje que fue conocido como: San Bonifacio. Al darse cuenta de los sacrificios humanos que practicaban los nativos en el roble dedicado a Odín, San Bonifacio decidió usar un abeto para evangelizarlos a través de él. Aprovechando su forma triangular, logró transmitirles el concepto de la santísima trinidad (Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo). También, poco a poco consiguió que los nativos se convirtieran a la religión cristiana y que empezaran a venerar este abeto como el árbol de Dios, así como antes veneraron el roble como el Dios Odín.

Según estas leyendas, estos fueron los primeros pasos para el nacimiento del “árbol de Navidad” que conocemos hoy en día, ya que es la primera vez que se usa como un ícono relacionado con la cristiandad. Pero, ¿cómo se transformó éste árbol en lo que es ahora?

PRIMEROS ÁRBOLES DE NAVIDAD

En lo que se refiere a su ornamentación, se afirma que fue Martín Lutero (1483-1546) quien “inventó” el árbol de Navidad. Según la leyenda, una noche en la que Lutero regresaba a casa, observó que la luz de las estrellas centelleaba en las ramas de los árboles cubiertos de nieve. Esto le hizo recordar la estrella de Belem que guió a los pastores la noche en que nació Jesús e inspirado por esta imagen taló un árbol, lo llevó a su casa y lo decoró con velas, nueces y manzanas tratando de explicar así los dones que los hombres recibieron con el nacimiento de Jesucristo.

Al correr de los años, esta idea se esparció por algunas provincias de Alemania y para el siglo XVI, la gente ya empezaba a tener la costumbre de colocar un abeto en sus hogares.

Pero como estos abetos necesitaban de decoración, se comenzaron a inventar adornos, naciendo así los mercados de objetos de Navidad en algunos pueblos de Alemania. En estos mercados, la gente compraba regalos, comida, pan de jengibre y adornos de velas para colocarlos al pie de sus árboles. Y las familias comenzaron a tener la costumbre de reunirse en torno al árbol de Navidad, como empezó a llamarse. Fue entonces cuando el 24 de diciembre, fecha del natalicio de Jesucristo, se empezó otra tradición: llevar a los niños de paseo o de día de campo, para que los adultos pudieran colocar y decorar con dulces y juguetes el árbol. Así a su regreso, los niños eran sorprendidos con el árbol y sus regalos, dando inicio la celebración de la fiesta de Navidad.

En Inglaterra el árbol de Navidad llegó hacia 1846 gracias al matrimonio del Príncipe Alberto (alemán de nacimiento) con la Reina Victoria. Debido a que el árbol de Navidad ya era una costumbre arraigada en Alemania, el Príncipe Alberto decidió pasar sus Navidades como lo hacía en su país. Por ello, pidió que se colocara un inmenso árbol de Navidad en el Castillo de Windsor y fue tal su aceptación que pronto se propagó a la clase media y luego a las clases trabajadoras.

En esa época inició otra costumbre: que las mujeres realizaran las decoraciones navideñas en sus casas, siendo algunas de ellas: ángeles, pequeñas bolsas que contenían regalos secretos, canastas con almendras azucaradas y velas.

Después de la muerte de la Reina Victoria, el pueblo se puso de luto y se dejaron de poner los árboles en las casas por un tiempo, pero prontamente se recuperó esta tradición e Inglaterra volvió a iluminar sus hogares con los árboles de Navidad.

ÁRBOLES DE NAVIDAD EN LOS SIGLOS XIX Y XX

Debido a la cada vez mayor tala de árboles, se empezaron a inventar los árboles de Navidad artificiales. Comenzaron a ser importados de Alemania a América alrededor de 1880 a través de tiendas como FW Woolworth. Fueron seguidos por patentes de luz eléctrica y ganchos de metal para colgar las decoraciones.

Estos primeros árboles eran pequeños, pero a finales del siglo 19, comenzaron a fabricarse árboles cada vez más grandes. Esto marcó un hito en la sociedad, convirtiéndose en un símbolo de estatus: mientras más grande era el árbol, más opulenta era la familia. Y con respecto a los adornos ¡ni se diga! Fue la época en la que se sobrecargaban los árboles con todo tipo de decoraciones.

En ese entonces el mercado de árboles y adornos de Navidad empezaba a expandirse por toda América y Europa, pero durante la Primera Guerra Mundial, los árboles de Navidad tuvieron que ser guardados en sus cajas en espera de la ansiada paz. En Inglaterra, por ejemplo, algunas familias optaron por decorar pequeños árboles y colocarlos en sus refugios, como una manera de aligerar su espera, pero al finalizar la guerra, inmensos árboles de Navidad decoraron las plazas públicas y los hogares.

A mediados de los años 60’s, las ideas modernistas acapararon el mercado de los árboles de Navidad y empezaron a crearse los árboles de aluminio plateado, pero hacia los años 70’s se recobró el gusto por los árboles naturales.

Hoy en día, los materiales, tamaños y formas de los árboles de Navidad son muy variados. Los fabricantes compiten por hacer adornos cada vez más llamativos y las tiendas llenan sus anaqueles con esferas, muñecos, ángeles, Santa Clauses que ríen y bailan; luces de colores con o sin música y toda una industria que crece día a día en torno a la Navidad.

LOS ÁRBOLES Y SUS SIGNIFICADOS

En muchas religiones, sobretodo las orientales, el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado, del encuentro del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre. En mesoamérica, el árbol guarda un significado místico; inclusive consideraban el ahuehuete como árbol sagrado. Las tribus nórdicas europeas y americanas tenían árboles sagrados alrededor de los cuales se reunían para ritualmente entrar en comunión con Dios.

Por ello, el árbol de Navidad también tiene varios significados religiosos. Ha sido utilizado como símbolo de la unión del cielo y la tierra, nos recuerda la redención y se asocia con el Árbol de la Vida, que lucía en medio del Jardín del Edén. Las esferas simbolizan los frutos del Árbol Vivo que es Jesús y sus decoraciones nos recuerdan las gracias que el hombre tenía cuando vivía en el paraíso en completa amistad. Las luces que se encienden y se apagan representan la luz de Cristo y la estrella que se coloca en la punta del árbol, representa la estrella de Belem que anuncia la redención de la humanidad.

¿Lo sabía usted?

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