La droga
Estoy en el puerto donde llega la droga y tengo que volver con un poquito. Me voy acercando lentamente al mar ¿qué mar? parecería el Caribe por su quietud de plomo derretido, y justo al borde del la playa están tendidas las esteras para que se arme allí el gran mercado. Sólo que hoy casi no han entrado barcos, y un único mercader con aire bastante oriental parece estar esperándome. Me siento frente a él sobre su estera, en posición de loto, y me va mostrando las sedas que saca de una valija (yo tengo la mía). Elijo por fin un pañuelo color borravino y el mercader me dice, por que justo en ese momento pasa a nuestro lado un guardia. Es un proceso colombiano, pero me hace seña de cinco con la mano. Entiendo que es por la droga que ha escondido en el pañuelo. Yo hurgo en la bolsita que llevo colgada en el cuello y saco monedas de variaos países. Por fin encuentro cinco pesos colombianos, le pago, él me hace un paquete con el pañuelo y yo lo meto dentro de mi maleta.
Me dirijo hacia la salida del mercado: hay una muralla de alambre tejido, y las tranqueras están cerradas. Mucha gente hace cola para pasar la aduana y espera pacientemente. Yo me asusto pienso que el paquete con el pañuelo comprado allí mismo es demasiado delator. Además ¿de donde vengo yo? no he vuelto de ningún viaje como para justificar mi valija. Opto por buscar el baño para tratar de deshacerme de la droga o al menos esconderla mejor. Solo encuentro baños para el personal de aduana pregunto donde está el baño para viajeros, me contestan vagamente, nadie sabe muy bien. Sigo arrastrando mi valija y me siento muy sospechosa. Y, aun que pienso que la busca es bastante inútil, sigo buscando la puerta del baño. No quisiera deshacerme de la droga, pero sé que me la van a encontrar si no tomo alguna medida, además siempre me cruzo con guardias armados. Subo escaleras, recorro pasillos sucios, como de hospital y de golpe me cruzo con una columna humana que avanza siguiendo a un instructor de gimnasia. Un, dos, un dos. Y me siento un poco ridícula buscando un baño con mi valija a cuestas. De golpe me doy cuenta de que la columna está formada por los viajeros que hacia cola frente a la aduana. Pongo cara de urgencia y sigo buscando en sentido contrario. Más escaleras, ningún baño, más corredores y de nuevo me cruzo con el instructor de gimnasia y su cola, y ellos se ríen de mí y todo sería muy cómico (yo, mi valija, la gimnasia) si no fuera por mi temor que me descubran la droga. La tercera vez que me encuentro con ellos ya nos los cruzo, vamos en el mismo sentido, los precedo y el instructor me dice cosas entre amables y obscenas y me da un puntapié amistoso sobre el hombro mientras bajamos por unas escaleras. Es como un espaldarazo para que yo dirija la columna humana, la de los viajeros que marchan, y yo que llevo la droga en mi valija no sé si debo negarme a hacerlo o si es mi deber, mi premio o mi condena.
Hola Ramón,
ReplyDeleteAyer leímos los dos cuentos, “La droga” y “El recado”. Escogimos las 8 palabras de ambos cuentos, pero entrego nuestro ejercicio aquí en el cajón de comentarios para “La droga”.
Las 8 palabras:
la olla – the pot, kettle
borronear – to scribble
la gimnasia – gymnastics (o el gimnasio – the gym)
la granada – the pomegranate
el remolino – the crowd, whirlpool
el rinconcito – the little nook (corner)
deshacerme – to rid myself of, get rid of
adictiva – addictive
Nuestro cuento:
Fui al gimnasio para hacer los ejercicios para deshacerme de peso. Después me senté en un rinconcito y tomé un vaso de zumo de granada dejando el resto en la olla. El jugo de granada es adictivo. Mientras estaba en mi rinconcito, vi un remolino de mujeres hablando y riendo y borroneando notas entre sí.
En mi bosque encantado baila un remolino de hojas en el viento como si fueran haciendo gimnasia. Cómo me gustaría sentarme en un rinconcito quieto para observarlas. Pero soy la bruja de muchos cuentos de hadas y estoy muy ocupada. Apenas amanece y estoy borroneando rapidamente la lista de cosas que tengo que hacer hoy. Tengo que calentar la olla de pociones que estoy preparando para esa fulana – o, sí, es Blancanieves o ¿es la Bella Durmiente? Y tengo que inyectarle veneno a esta granada – ¿o debe ser una manzana? – para una de esas chicas.
ReplyDeleteQuisiera deshacerme de todos estos hechizos y pociones y dejar de asustar a la gente. Me gustaría vivir aquí en paz e ir al mercado o a la iglesia como los demás. Pero el trabajo de ser bruja puede ser complaciente – y adictivo.